No quiero ir al paraíso

Estaba sentada en una micro atestada de gente, un día lunes por la tarde. La micro, además de poco cuidada y vieja, emitía un ruido insoportable. Un reproductor de música descansaba sin batería dentro de un bolsillo de mi mochila, la cual estaba increíblemente pesada aquel día. Miraba por la ventana las paredes rayadas con spray de una casa y la basura tirada sobre el pasto amarillento. La micro avanzaba a menos de dos por hora, y para colmo con tal solo mirar el reloj podía percatarme que estaba diez minutos atrasada para llegar a mi destino. Miré de reojo al conductor, el cual parecía jamás haber escuchado la frase "el saludo no se le niega a nadie". Y de pronto, para ponerle una guinda a mi torta, un hombre mayor, con evidente olor a vino de caja, se sentó a mi lado. Volví a concentrar mi vista en el cristal de la ventana y pensé, sin sarcasmos ni ironías, "que hermosa es la vida".

Hace un tiempo un profesor de religión dijo "No se puede alcanzar la felicidad completa, se puede ser feliz a ratos, pero no eternamente". En ese minuto deseé poder rebatirlo, pero el argumento no se me vino a la mente. No tenía forma de comprobar que era falso, aunque así lo sintiera. Pero es falso, porque si podemos ser felices todo el tiempo. Hay una diferencia entre ser feliz y estar alegre. La alegría es un estado transitorio. Nos ponemos alegres cuando un acto, un momento o deseo nos proporciona ese sentimiento. En cambio la felicidad va mucho más allá de eso.
Entonces viene la pregunta "¿Qué es felicidad?", y respondo "La felicidad es querer todo lo que tienes". Ellos dicen "Ah, entonces eres conformista". No, no soy conformista, felicidad no significa conformarse con lo que tienes, es más, si tuviéramos todo lo que queremos ya no sería feliz, porque no tendría metas que cumplir, porque mi vida ya no tendría objetivos.
Pero se supone que en el paraíso, según lo describe la biblia y los curas las pocas veces que he ido a misa, es un lugar donde abunda la alegría, donde no hay problemas, donde hay paz y armonía, un lugar perfecto. En mi opinión, la perfección suele tender a la monotonía, la paz y la armonía me suenan aburridas, los problemas le dan emoción a la vida y la alegría, la alegría no existe sin tristeza. ¿Cómo puedes decir estar feliz si nunca haz estado triste?
Lo que hace interesante a la vida son todas las imperfecciones que ésta posee. Si todo fuera bien, si tuviéramos todo lo que queremos, si las personas actuaran como queremos, si estuviéramos seguros, si todo fuera cierto sería increíbemente aburrido. El día en que todo sea perfecto me suicidaré.

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