¿Porqué ya no me hablas?

Todo iba bien, yo no te hablaba, tú no me hablabas. Yo era feliz, supongo que tú eras feliz. No nos mirábamos, nos nos sonreíamos, todo parecía como una simple amistad rota, lazos que se habían desconectado, una relación desgastada entre dos personas cansadas de soportar las mañas del otro. Tú te habías cansado de mi frialdad, yo de tú inseguridad. Todo estaba bien, era la mejor decisión que podíamos tomar, dejar de hablar, abandonando una amistad y dejándola marchitarse. 
Era un acuerdo tácito, quizás no hablado y nunca pactado, pero yo sabía que no debía saludarte y tú sabías que no debías despedirte y de esa forma todo estaba bien, yo era feliz y supongo que tú eras feliz. Tal vez supuse mal, quizás supuse bien. Tal vez tú inseguridad me confunde otra vez, quizás mi frialdad te desanima una vez más. 
Si todo iba tan bien, si podíamos vivir nuestras vidas presidiendo del otro, si podíamos ser felices olvidándonos de la existencia del otro. Entonces ¿Porqué? ¿Porqué volver a lo mismo? ¿Qué sacamos con ser amigos de nuevo? ¿Qué sacamos con hablarnos una vez más? ¿Acaso ahora resultará? ¿Será que esta vez no fallaremos? 
Yo no he cambiado, te lo advierto, tú tampoco has cambiado, lo sé. Yo no cambiaré, te prevengo, tú tampoco lo harás, estoy segura. Seguiré siendo fría, seguiré guardándome mis palabras, seguiré evitando una reacción y conteniendo una mirada. Tú seguirás inseguro, confundido, sin saber que quieres realmente, sin saber si estás bien o estás mal. 
¿Porqué romper el acuerdo ahora? ¿Porqué justo ahora? ¿Porqué no lo hiciste hace una semana atrás? ¿Porqué no esperaste una semana más? No soy un interruptor, no puedo ser tu amiga cuando tu quieres y dejar de serlo cuando ya no me necesitas, no puedo hablarte cuando deseas y dejar de hacerlo cuando estás de mal humor. 
¿Crees qué puedes hacer como si nada hubiera pasado? ¿Echándome la culpa de no hablarte siendo que tú también podías haberlo hecho? Pues... no lo sé. No sé si puedes hacerlo o si puedo evitarlo. No es que te extrañe pero quizás si lo hago. No es que me gustes, es que me agradas. No es que te necesite, es que me haces falta. 
¿Ves lo que logras? Haces que mi suelo tambalee con sólo una nota. Una nota sobre la que no haré comentarios, una nota que según tú no te importa, una nota que quizás en una semana este olvidada... tan sólo una nota.